El relato de esta historia personal surge a partir de la insistencia de varios amigos a que publique lo acontecido en mi vida personal hace un par de meses. Además, quisiera que esta historia quedada reflejada de forma que algún día, alguien que haya sufrido lo mismo que yo, tenga una referencia de alguien para poder consolarse en esos duros momentos. A mi me hubiera gustado encontrar esta referencia.
En esta primera parte contaré el accidente y traslado al hospital. En las próximas, relataré mi estancia en el hospital y época posthospitalaria.
El día 29 de Noviembre de 2011 me encontraba trabajando en Cádiz cuando, accidentalmente y sin poder reaccionar, me precipité por un barranco. Sufrí una caída libre de algo más de 4 metros. Desde el momento en que caí hasta que llegué al suelo, solo recuerdo ver una ristra de colores oscuros que pasaban muy rápido delante de mis ojos. Era el color del cortado o barranco por el que me precipitaba. Cuando toqué suelo, y después de un pequeño rebote, me di cuenta que había caído tumbado del costado derecho. En ese momento, la primera reacción fue levantarme, pero era imposible.
Recuerdo ese sabor a tierra en la boca, la lentilla izquierda querer salirse del ojo y la camiseta como un trapo viejo pegada a mi cuerpo. Ahí me dí cuenta que la caída había sido grave, aunque aún no era consciente de a qué nivel de gravedad me encontraba. Aunque todo el mundo insistía en que me quedara quieto, yo decidí, con ayuda de mis compañeros de trabajo, levantarme y ponerme en pie. Lo único que quería en ese momento era salir de allí.
Al ponerme en pie y apoyar la pierna derecha, comprobé que no funcionaba como debía. Sentí que la pierna se metía dentro de la cadera y un dolor insoportable se apoderaba de toda esa zona. Como pude, con mucho dolor y esfuerzo para salir de allí, llegué hasta un coche que me trasladó al primer centro de salud que encontramos.
El camino no fue fácil. Yo sentado en el asiento de atrás y recostado, sentía cada bache que tenía el campo y cada curva y badén de la carretera. El dolor era insoportable, aunque claro, en esos momentos es cuando uno tiene que sacar la hombría y no quejarse, o al menos, hacerlo lo menos posible. De pronto, sentía como la sangre de las heridas profundas del mentón de mi cara se colaba cuello abajo. Durante todo el trayecto pensaba en las consecuencias de esa caída. Estaba convencido que me dirían que era una pequeña contusión en la cadera, que guardara reposo y me fuera a mi casa. Nada más lejos de la realidad.
Por fin, y después de más de media hora de tortura, llegamos a las cercanías del centro de salud del primer pueblo que nos encontramos en el camino. Y surgió un problema: entre el centro de salud y el coche había una plaza llena de niños que nos separaba de éste unos 100 metros. Las madres de los niños, al ver que venía una accidentado, nos sugirieron que atravesásemos la plaza con el coche que ellas apartaban a todo el mundo. Tras el espectáculo generado, los médicos y enfermeros de ese centro de salud estaban en la puerta esperándome. Y aquí los medicos me dieron el primer consejo que os trasmito: en casos de traslado de enfermos, éste debe ir siempre en el asiento de delante. De esta forma se puede ayudar a salir y entrar. Yo iba en el asiento de atras, así que despues de un viaje lleno de saltos, tuve que salir del coche yo solo porque nadie me podía ayudar. Después de tanto tiempo desde la caida, mi cuerpo se había enfriado y todo dolía mucho mas: piernas, cadera, costado y brazos.
Cuando conseguí salir del coche, me sentaron en silla de ruedas y me metieron en un cuarto de curas. Allí me limpiaron las heridas y me pusieron una vía para suministrar calmante. Un médico apretó con sus manos mi cadera, y en un punto en concreto sentí el dolor más punzante que jamás había sentido. Nadie me decía nada, pero las caras de unos y otros me hacían adivinar que ya no era una simple contusión.
Con el primer calmante que me suministraron empezó a irse el dolor. Y también las fuerzas. Sentía mucho sueño, y que me desplomaba. Sufría un bajón de tensión. De prisa me cogieron otra vía y me dieron medicamentos para recuperar esa tensión. En ese momento me comunicaron que una ambulancia venía de Puerto Real para llevarme al hospital. En esa espera empezó a dolerme otra vez la cadera y, poco antes de que llegara la ambulancia, me dieron otro calmante intravenoso. Este calmante me produjo un mareo enorme. Blanco como la pared, tuvieron que recostarme en la silla para que me subiera un poco la sangre a la cabeza. Cuando se me pasó, me inmovilizaron en la ambulancia y me trasladaron al hospital de Puerto Real.
El traslado duró una hora. Después de tanto medicamento estaba bastante adormilado, así que pasé el viaje entre sueño y sueño. Casi llegando al hospital, me empecé a marear otra vez, pero esta vez a causa de la ambulancia. No estoy acostumbrado a viajar tumbado y eso tiene consecuencias. Así la enfermera, con bastante cachondeo me dijo: "!hijo, no se te puede hacer nada, que con todo te pasan cosas!".
Ya en el hospital, me trasladaron en camilla a hacerme una exploración. Nadie sabía lo que tenía, así que el trato era bastante brusco. Incluso algunos pretendían que me pasase solo de camilla a camilla. Evidentemente yo no podía, pero algunos trabajadores del hospital son bastante insensibles en ciertos casos. Pero todo cambió después de la primera radiografía. Cuando vieron la fractura que tenía, ya no me dejaban hacer nada. Para cualquier movimiento venían 4 personas a ayudarme.
El médico, que tenía un carácter bastante seco, me dijo que tenía fractura de acetábulo. Yo ni sabía lo que era el acetábulo o cotilo, ni para qué servía, así que se lo pregunté. Ahí me enteré que es la parte de la cadera en la que encaja la cabeza del femur. Y lo primero que pregunté: "¿Pero podré volver a andar?". Encogiéndose de hombros y con cara de circustancia me dijo: "No lo sé". Sin añadir nada más. Ahí quise decirle con ironía "gracias por los ánimos", pero no estaba yo como para mucha discusión.
De ahí me llevaron a hacerme una resonancia magnética y otra radiografía de la mano, que me dolía mucho por la caída, para después pasar a sala de curas a que me cosieran la cara y curasen las distintas heridas de brazo y hombro. El enfermero que me encontré en esa sala, siempre lo recordaré. Fue una persona, que como profesional no tiene precio, pero como persona, mejor todavía. Con sus gracias y cachondeo, siempre desde el respeto, consiguió animarme. Era justo lo que necesitaba en ese momento.
Recuerdo que en ese momento pasé a llamarme "el precipitado". La primera pregunta que me hizo fue: "¿Qué, te has tirado o te han tirado?". La pregunta me causó tal gracia que, riéndome a carcajadas, respondí que ninguna de las dos cosas, que me había caído. Intentando seguir con la broma, me hizo creer que no se creía ninguna de las palabras que le decía. Además, mis compañeros habían ido al hotel a recoger mi equipaje. El hotel estaba a una hora de camino del hospital y tardaron un rato en llegar. Le dije varias veces al enfermero que los avisara por megafonía por si habían llegado. Aún no, y por tanto, con el cachondeo que caracterizaba a este enfermero y poniendo cara de sospecha, me volvió a preguntar: "¿Seguro que no te han tirado?". Hasta que no llegaron, no se acabó el cachondeo.
Me puso 8 puntos de sutura en la cara y me curó las distintas heridas de manos, brazo y hombro derecho. Estuve varias horas esperando, junto a mis compañeros de trabajo, a que pasase algún médico a ordenar mi ingreso y darme un poco más de información sobre la fractura. Pero nadie apareció por allí. Hartos de esperar, tanto el enfermero, mis compañeros y yo, ingresé a las 1 de la mañana en la habitación 123 del hospital de Puerto Real, pendiente del traslado al hospital de Rehabilitación y Traumatología de Granada.
Continuará...
Y lo demás. Me interesa saber mas de la historia.
ResponderEliminardebes continuar tu relato!!!
ResponderEliminarYo me e roto el acetabulo hace 2 meses,y creeme k mi relato tambien tiene tela,pero kiero saber como acaba el tuyo
ResponderEliminarGracias por vuestros comentarios! Podeis seguir con la segunda parte del relato en mi blog (http://elbuscapiedras.blogspot.es).
ResponderEliminarEsta segunda parte acaba con la salida del hospital. Aunque ya ha pasado tiempo, me estais animando a terminar la historia hasta el día de hoy. Lo haré pronto para que podais conocer el final.
De todas formas, os animo a que me escribais a mi correo personal para contarme vuestro caso y poder solventar todas las dudas que tengáis. Además de daros mi humilde apoyo (elfranjo@gmail.com)
tuve un accidente de coche y además de otras muchas fracturas me rompi el acetabulo derecho me lo han reconstruido parece ser que me han hecho una obra de arte en sevilla pero llevo 3 meses inmovilizado entres el hospital y casa.mi pregunta es me quedaré bien aunque se que la rehabilitación no será un camino de rosas...por cierto me llamo jose luis...mi correo por si me puedes contestar es joseluishernandezcobo41@gmail.com...espero que tu te hayas recuperado y gracias por compartir estas experiencias que siempre son un mar de dudas para wuien las sufre.un saluno. t
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